La
política en tacones
Pilar
Ramírez
Este 30 de mayo se
cumplieron 28 años del asesinato de Don Manuel Buendía. El cobarde crimen
contra el periodista en 1984 estremeció no sólo al gremio periodístico, sino a
toda la sociedad mexicana. Don Manuel era entonces el columnista político más
leído y no cabía duda que su muerte fue decidida para acallar su trabajo
periodístico.
Las violaciones a la libertad de
expresión eran moneda corriente en la década de los ochenta, pero el hecho de
que, quienes se sentían afectados por el ejercicio del periodismo crítico,
hubieran tomado la determinación de pasar de la coerción y la amenaza al
asesinato resultaba sumamente amenazante para todos los derechos humanos, no
sólo para la libertad de expresión.
El asesinato de Don Manuel Buendía,
lejos de acallar a los periodistas convencidos de la necesidad de un periodismo
libre para avanzar en la construcción de la democracia, les insufló
persistencia en su convicción. Paulatinamente se produjeron cambios en la
sociedad mexicana y en el periodismo, muchas taras permanecieron y otras se
agigantaron, pero sin duda, el ejercicio periodístico en México cambió y se
fueron logrando espacios de ejercicio libre. La sociedad cumplió un papel
importante en ese proceso, pues los cambios en el periodismo se alimentaron de
audiencias cada vez más exigentes e informadas, aunque ciertamente éstas no
sean todavía legión.
La
figura respetada de Don Manuel, víctima del poder a causa del ejercicio de su
profesión, se convirtió en icono de la defensa de la libertad de expresión.
Después de su muerte, en recuerdo del acto de solidaridad que un grupo de
periodistas tuvo con Don Manuel cuando en 1979 recibió amenazas del entonces
gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa, la Fundación Manuel Buendía realiza
foros académicos o actos públicos denominados “En defensa de la palabra”.
Durante
años parecía que “En defensa de la palabra” refrendaba la exigencia por ampliar
los horizontes de la libertad de expresión, pero que en verdad, la época de las
balas que “de vez cuando no respetan la credencial de un periodista” como decía
Don Manuel, había quedado atrás. Los acontecimientos recientes ponen al día,
como nunca antes, el grito para defender la palabra, porque el andamiaje sobre
el que se construyó la esperanza de un ejercicio periodístico libre ha sido
puesto en peligro.
El
asesinato de la periodista de Proceso, Regina Martínez supone una amenaza al
periodismo independiente no sólo de Veracruz sino de todo el país. Como en el
caso de Don Manuel Buendía, la amenaza es tanto simbólica como real y por ello,
hoy se requiere de nuevo la solidaridad del gremio y de la ciudadanía para
rechazar que este grave retroceso para la libertad de expresión continúe. Los
espacios ganados en materia de libertad de expresión y su contribución a la
democracia fueron el resultado de una lucha constante y lamentables cuotas de
sangre, como la de Manuel Buendía, por eso, hoy, cada periodista agredido o
asesinado es una afrenta a los logros y los retrocesos son aún más
desalentadores que la falta de avances de otros tiempos.
Manuel
Buendía señalaba que el periodismo es una tarea de juventud, pero no se refería
a una juventud cronológica sino al “interés en la vida y específicamente en los
asuntos del país”. El periodismo como “una pequeña pero definitiva flama que
convierte esa masa oscura e inerte en una magnífica bola de fuego”. Un
periodismo que se ejerce con conocimiento, con información, con oficio, con buen
manejo del lenguaje y con compromiso personal.
Es
preciso restaurar de manera definitiva la confianza en que ese tipo de
periodismo se puede ejercer sin temor y sin amenazas. También es necesario
garantizar la libertad absoluta a las voces que analizan las repercusiones
sociales que tienen las agresiones al ejercicio periodístico, desde el trabajo
académico. Es el caso del Alberto Olvera Rivera, prestigiado investigador
universitario veracruzano, quien ha recibido críticas, que por su orquestación
llegan al asedio, por haber externado sus opiniones acerca del asesinato de
Regina Martínez.
La
restauración de la confianza ciudadana debe comenzar con un enfático
pronunciamiento institucional sobre el respeto a las opiniones y al trabajo periodístico
y académico. La figura de Don Manuel Buendía está hoy más presente que nunca
porque las actuales circunstancias de nuestro país exigen un periodismo
respetable y patriótico por el que él siempre se afanó, y ese periodismo, sin ninguna
duda, defiende la palabra.
ramirez.pilar@gmail.com
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